Primer dossier - Paper académico

EVOLUCIÓN ESTILÍSTICA Y RESPONSABILIDAD DEL PERIODISMO EN EL SIGLO XXI


Juan Danilo Saba Valdivia

Universidad Nacional Pedro Ruiz Gallo, Escuela Profesional de Ciencias de la Comunicación







Resumen


A través de los años, el desarrollo de las sociedades y los medios de comunicación ha requerido una constante renovación del periodismo, supeditado este a una necesidad social por conocer su realidad de la mejor manera, lo que ha llevado a la profesión a evolucionar tanto en contenidos como estilísticamente, con la finalidad de ser fiel a dicho rol social. Llegado el siglo XXI, la producción periodística se enfrenta a un contexto en el que sus bases estilísticas y de contenidos se ven en la necesidad de adaptarse a un contexto de producción y consumo de información tan veloz como responsable en contenidos; veloz por la inmediatez propia de la dinámica de consumo de información en Internet, y responsable por, valga la redundancia, la responsabilidad misma que supone informar a una sociedad necesitada de información, hoy más que nunca, veraz y contrastada.


Palabras clave: Producción periodística, evolución, estilo, responsabilidad, desinformación







Introducción


El desarrollo de los medios masivos y las tecnologías de la información han hecho que la labor periodística se adapte a nuevos paradigmas mediáticos, arrastrados ya desde la primera mitad del siglo XX, evolucionando en contenidos, producción y dinámica en general. Esta dinámica ha cambiado mucho desde entonces, la frialdad informativa de la noticia en la prensa escrita cambiaría con el surgimiento de los medios masivos y la hegemonía audiovisual en el arte de contar historias y captar nuevas audiencias; algo que a su vez cambiaría ya entrado el siglo XXI, con el desarrollo de la Internet y las ya mencionadas tecnologías de la información, donde la digitalización ha llevado a una experiencia transmedia en la producción periodística.


La evolución estilística de la información


Entender la evolución en la dinámica informativa de la prensa tradicional es entender la creciente necesidad social de una mayor y mejor tratada información, con todo lo que ello implica a nivel estilístico y de contenidos. Sumado al veloz desarrollo tecnológico y el cada vez más fácil acceso a las tecnologías de la información, todo esto ha movido al periodismo a ejercer un trabajo de reinvención constante a través de los años, acorde con las necesidades y tendencias de su público.


Una adaptación a las necesidades y tendencias del público


Siguiendo la tradición de la prensa escrita por un momento, encontramos en la aparición de los géneros interpretativos un momento trascendente en la evolución del periodismo. Si echamos la mirada atrás, y escarbamos en los orígenes de estos, allá por la primera mitad del siglo XX, nos encontramos en un momento de la historia en el cual la prensa occidental vivía una crisis de credibilidad; eran los años 30, y distintos académicos estadounidenses de la época atribuirían la responsabilidad de esto a la forma en la que la prensa había tratado sucesos de gran envergadura como la Primera Guerra Mundial o la Gran Depresión, eventos absolutamente complejos, los cuales habían sido expuestos a través de un escueto formato noticioso, cuya información era cuanto menos exigua para la ocasión (Gomis, 2013; Muller, 1988). A grandes rasgos, hasta la primera mitad del siglo XX, la prensa se había limitado a contar hechos bajo la modesta sombra del formato noticioso, cosa que, para eventos de tal magnitud, como lo puede ser la Gran Guerra, no bastó. Fue entonces que empiezan a promoverse trabajos más extensos, con capacidad explicativa y, sobre todo, interpretativa, características que se alcanzarían acompañando a los hechos de material complementario, datos adicionales que construyan un trasfondo, un contexto.


Es en este momento donde encontramos un punto de inflexión en las producciones periodísticas de todo tipo, pues se llega a la conclusión de que la exposición factual de un hecho no es suficiente para informar, por lo que era necesario un aumento de la cobertura, una exposición más profunda del hecho, que lo exponga tanto a este como a sus diversas aristas. Hablamos de contextualizar, labor básica del periodismo moderno. Ronderos (2009), afirma que contextualizar es una responsabilidad intrínseca en la labor periodística, tanto así que - afirma la autora - no contextualizar es desinformar, puesto que la información puramente fáctica no puede valerse de sí misma para poner en situación al público.


Otro aspecto importante a resaltar es el desarrollo estilístico. Ya desde el siglo XX, la evolución del periodismo se vería estimulada por los nacientes medios de comunicación audiovisuales de potencial masivo (radio y televisión), los cuales brindaban una nueva forma de “vivir” la información, ofreciendo una experiencia sensorial más “estimulante” que la de los medios escritos. Es en este contexto es que surge la propuesta de un periodismo “narrativo”, reivindicador del desarrollo estético, cuyo derrotero literario se espera lo conduzca a una renovación constante de la producción informativa. En este sentido, la labor del periodista es también una labor de adaptación, de una constante renovación estilística, capaz de seguirle el paso a unos paradigmas informativos cambiantes, de una narración moderna "dúctil, maleable, dinámica y que se transforma a cada día” (Saad Saad, 2008, p. 4)


Si hablamos de la contemporaneidad, la evolución estilística ve en los medios digitales el principal reto de componer una experiencia informativa basada en la convivencia de una diversidad de mensajes, sean escritos o audiovisuales. El énfasis en la experiencia multimedia ha hecho que los medios tradicionales incursionen en el mundo digital y se transformen en, como bien los llama Saad Saad (2008), “hipermedios”, con la capacidad de unir diversos formatos periodísticos. En palabras del mismo autor, estos nuevos paradigmas en cuanto a la producción periodística se sostienen bajo la premisa de que el público desea actualmente “una información siempre más ágil, dinámica, vivaz y representativa” (p. 2). Este nuevo contexto comunicacional/informativo llevaría a los profesionales de la información a plantearse nuevos paradigmas estéticos, algo que evidencia la necesidad de una constante renovación de estos. Hablamos entonces de una adaptación a los nuevos hábitos de consumo de información, impuestos por los medios masivos y la influencia hipermediática de la red.


La digitalización ha llevado a una experiencia informativa transmedia


Podríamos considerar lo expuesto parte de una evolución natural de la producción periodística, pues la noción clásica de esta aludía que los textos periodísticos, dada su naturaleza netamente informativa, eran poseedores de un estilo relativamente predeterminado (Hernández, 2004), uno que, por encima de todo, estaba enfocado a la fácil e inmediata comprensión de la información; caso contrario al estilo interpretativo o al narrativo/literario, donde se reivindica el papel de intérprete de la realidad al periodista y prima una libertad estilística, formando un retrato relativamente explícito de la perspectiva del autor, o bien uno que reconstruye la realidad del hecho a través de sus protagonistas; tal como describe Saad Saad (2008): “la noticia ha dejado de ser objetiva para volverse individual” (p.4). Siguiendo esta línea, el contexto digital del siglo XXI supone una oportunidad para terminar de desarrollar este aspecto del periodismo; tal como afirma Ronderos (2009), la libertad estilística y editorial se ve incentivada actualmente por la gran fuente de oportunidades que es la internet en cuanto a emprender proyectos periodísticos independientes, donde el periodista puede ser todo lo creativo e imaginativo que se requiera.


La perspectiva moderna que se recoge de distintos autores está basada en el postulado de que la simple transmisión de un hecho conformaría una mera fotografía instantánea si el periodista se limitase a simplemente narrarlo, lo cual puede ocultar la verdadera magnitud del hecho, además de acortar la experiencia informativa hasta formar de ella una fugaz exposición unidireccional, que casi no deja margen para que el público discierne sobre el hecho acontecido, pues no tiene más información que promueva su interpretación. Eso es lo que se pretende evitar en el periodismo moderno, buscando enriquecer la interpretación del público con todos los elementos complementarios suficientes (sean datos adicionales, entrevistas, opiniones valorativas, etcétera) para una buena exposición del hecho, logrando que este vea más allá de la instantánea y perciba los otros elementos que conforman una realidad que le interesa interpretar y comprender, llevándolo a empatizar con la problemática social que se le presenta.


Expuesto esto, la trascendencia de esta perspectiva narrativa/interpretativa del periodismo como pieza clave en su evolución, radicaría en la necesidad misma de este por exponer, lo más cercano y verazmente posible, una realidad social, conformada por hechos de todas las magnitudes, de temas que se extienden hasta conformar una compleja realidad. En líneas generales, la importancia de esta evolución responde a la meta intrínseca del periodismo de mantener informada de la mejor manera a la sociedad.


Nuevo estilo, mismo deber


Definidas las tendencias modernas de la producción periodística, y expuesta su importancia en su desarrollo y adaptación a los nuevos contextos comunicacionales/informativos, es menester aclarar que no se puede abusar de la búsqueda por un periodismo estéticamente llamativo. En ese sentido, el deber del periodista sigue inmodificable en cuanto al tratamiento de la información de la que dispone, poniendo por encima la integridad del hecho que busca transmitir, es en este momento que la interpretación por parte del profesional se hará presente, y, tal como explica Saad Saad (2008), este “deberá evaluar qué sucesos pueden ser pasados por una óptica diferente y cuáles deberán seguir inmodificables” (p. 3). En otras palabras, es el criterio del periodista el que definirá en última instancia el estilo en el cual se sostendrá su información, lo cual responde a una facultad propia de la actividad periodística.


En ese sentido, los principios y todo lo que engloba la deontología periodística permanecen intactos. Lo que cambia en este nuevo contexto es la jerarquía de responsabilidades. Afirmamos esto último, pues ha surgido en los últimos años, a la par del desarrollo de los medios digitales, una problemática en torno a la desinformación.


Sí, el desarrollo y la renovación estilística es un paso necesario de los medios tradicionales para sobrevivir a los embates del inmenso mar de información que es la Internet y los nuevos paradigmas informativos que plantea, tanto a favor como en contra de la labor periodística. Sin embargo, a pesar de todo el potencial que tiene la red en cuanto a potenciar la profesión, esta también constituye un obstáculo hacia una buena experiencia informativa, tanto para periodistas y público.


El principal problema que encuentra la información en la red es el exceso de esta, factor perjudicial para la experiencia informativa de los públicos, quienes se ven a merced de información en su gran mayoría desechable o falsa. Pascual (2011) describe esta problemática como una “sobresaturación de información”, un aspecto nocivo de la experiencia informativa en la red, la predominante actualmente, lo que constituye “una de las formas más efectivas para lograr una ciudadanía desinformada” (p. 60). La problemática nace con la dinámica misma de la red, cuyos contenidos han sido formados de manera colaborativa (Gómez, 2013), y donde “una noticia puede producirse en cualquier parte, ser revelada por cualquier persona en forma inmediata y a nivel mundial” (Hernández, 2004, p. 195).


Una jungla en la que reina la desinformación


El origen de esta "sobresaturación de información" se rastrea en el desarrollo de los espacios digitales de comunicación (véanse las redes sociales), donde los usuarios tienen la posibilidad de publicar cualquier información sin intermediación alguna. Según Manuel Castells, lo que ocurrió fue un cambio en el proceso comunicacional/informativo tradicional, otrora dominado por los grandes medios de comunicación, y hablamos en tiempo pasado pues Internet logró reconfigurar esta dinámica, permitiendo una activa participación ciudadana en el proceso. Citando a Castells, este cambio consistió en “el paso de los medios verticales de comunicación de masas a unas redes horizontales de comunicación”; es en este contexto que el mismo autor plantea el concepto de una “auto-comunicación de masas”, “masiva” por su potencial para llegar a todos los rincones del mundo y "auto" porque es el navegante de la red el que decide que hacer con el mensaje, siendo este el encargado de seleccionarlo y enviarlo, así como determinar que tipos de mensajes quiere recibir. Todo esto supone un cambio de paradigmas ya no solo en el aspecto meramente de producción, sino también en el aspecto organizativo de las empresas periodísticas, cuyo poder mediático y control de la agenda informativa ya no serían los mismos que antes, pues ahora las audiencias encuentran en espacios como las redes sociales medios sobre los cuales construir sus agendas.


Manuel Castells: "Hay una transformación escencial del espacio de la comunicación: La transformación tecnológica"


Volviendo a la desinformación, sucede que la libertad plena de publicar cualquier información de manera inmediata y con relativa facilidad, potenciado esto por la inmediatez de las redes sociales y la accesible portabilidad a dispositivos móviles (Gómez, 2013), termina concentrando una cantidad enorme de información, esta sobreabundancia hace prácticamente imposible el trabajo de verificación de la información publicada, en otras palabras, la veracidad no está asegurada, y entonces nace una jungla en la que reina la desinformación.


El papel de los profesionales de la información es vital en este contexto, pues son ellos los capaces de contrarrestar la desinformación que se expande por la Internet. Se requiere entonces unos medios responsables y comprometidos, más que nunca, con su público, con la sociedad en general. Este problema se combate, citando a Ronderos (2009), con las propias técnicas del periodismo: La verificación, la diversidad de fuentes y el reconocimiento de estas, siendo la primera una de las más requeridas en un contexto de consumo inmediato y pasivo de información, que no se somete a un análisis crítico y consciente de la predominante desinformación que hay en la Internet (Gómez, 2013). Sosteniéndose en estos enunciados, es que la labor periodística podrá paliar los estragos de la desinformación, y así, la sociedad será partícipe de una experiencia informativa más saludable.


Expuesto esto, podemos afirmar que la desinformación en la red constituye uno de los principales retos del periodismo del siglo XXI, combatirla es igual, e incluso más necesario que cualquier progreso estilístico. Siguiendo esta línea, Pascual (2011) nos deja una oportuna reflexión al respecto:


La censura de las dictaduras impedía la difusión de noticias indeseables para el poder, las democracias actuales la sustituyen por información falsa con la que ocultar la verdadera, logrando así una eficacia similar a la de la censura, pero evitando la acusación de atentar contra las libertades. (p. 60)


Nos encontramos entonces en una coyuntura en la que la defensa de la buena información es tan vital como el sempiterno resguardo de la libertad de prensa, los cuales, a grandes rasgos, conforman los principales retos del periodismo en el siglo XXI.


Referencias

Gómez, H. (2013). Desinformación en Internet y hegemonía en redes sociales. Gestión de las Personas y Tecnología, 5 (16), 26-34. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=4759721
 
Gomis, L. (2013). Teoría de los géneros periodísticos. Editorial UOC. https://elibro.net/es/lc/unprg/titulos/56580
 
Hernández, J. (2004). Periodismo: ¿oficio imposible?. Editorial Quipus, CIESPAL. https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/126211-opac
 
maca665on. (2 de junio del 2011). Castells sobre los "Medios de Auto-comunicación de Masas" [Archivo de Vídeo]. Youtube. https://youtu.be/FgqxVMMJ9-w

Muller, J. (1988). Periodismo interpretativo: una explicación ideológica. Cuadernos. info, (4-5), 109-129. http://ojs.uc.cl/index.php/cdi/article/view/24549
 
Pascual, S. (2011). El periodismo es noticia: tendencias sobre comunicación en el siglo XXI. Editorial Quipus, CIESPAL. https://biblio.flacsoandes.edu.ec/libros/135972-opac
 
Ronderos, M. (2009). El periodista tiene que verificar y verificar / Entrevistado por Genaro Rodríguez Navarrete.
 
Saad Saad, A. (2008). La narración: el arte de contar la historia.



Comentarios

  1. Juan,
    El paper está bastante ordenado y vincula internamente, aunque debes mejorar la incorporación de fuentes de asistencia.
    La infografía es didáctica, pero no adjunta los audios vinculados solicitados

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